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La madre desahuciada que durmió dos semanas en una estación de bus

Pongamos que se llama María. Por miedo, por vergüenza, por su hijo de ocho años, pide que no se revele su identidad. María es una de las miles de historias que no se explican en las estadísticas, que incluso las cuestionan. Los titulares de los últimos días anuncian una caída de los desahucios en Galicia. Pero María no aparece en los datos, no forma parte de los 1.507 lanzamientos por impago del alquiler que registraron los juzgados gallegos el pasado año.

“Todo empezó hace ocho meses cuando perdí a mi marido en unas circunstancias tristes. Quedamos en una situación dramática. No podíamos pagar el alquiler y tuvimos que irnos del piso. Estábamos sin recursos, y así hemos seguido tras ocho meses, en un punto muerto”, relata María. Dejó la vivienda, como muchas, en silencio, evitando un lanzamiento forzoso.

“Fui a los servicios sociales, empecé a moverme. Y si hubiera sido por ellos seguiría así”. Solicitó una pensión de viudedad y orfandad. Fue denegada. “Alegan que no tenía cotizados 15 años, pero tengo papeles que dicen que coticé 18 años, 4 meses y un día”. Aún espera que el recurso se solucione.

Críticas a los servicios sociales

A María la encontraron integrantes de la PAH durmiendo en la estación de autobuses de Vigo. “Pasé dos semanas allí, mientras el niño estaba en casa de unos familiares”, recuerda. “Las asistentas sociales me cerraron las puertas. Me negaron todas las ayudas, todo trabas. Su única intención era quitarme mi hijo, no buscar soluciones”.
Ante la emergencia, dos activistas ofrecieron su vivienda para acogerlos. “Si no fuera por ellos, mi hijo no estaría aquí ahora. Y si no es por ellos, tampoco se estarían agilizando las cosas. Hay un menor sufriendo las consecuencias de perder un padre, sufriendo las consecuencias de ver sufrir a una madre, y que no tiene por que vivir en una sociedad como la que vivimos. Es tan injusto”, explica entre lágrimas de dolor e impotencia.
“¿Tú sabes lo que es que un niño te diga: no Loli, no me compres yogures, que cuestan mucho dinero?”, cuenta con rabia la activista que los aloja en su casa.
Hoy, ocho meses después, y gracias a las gestiones de la plataforma, María comienza a ver una la luz al final del túnel. “Pero hasta que no lo vea, no lo creo. Una ya no sabe que esperar después de pasar tantas cosas. Es lamentable llegar a un punto donde crean que todo se resuelve con una bolsa de comida”.

Una familia de once miembros al borde de desahucio

La historia de María, es muy similar a la que está pasando una familia de gitanos en Vigo. Así lo cuenta Telmo de la PAH Vigo Tui, que acompañó junto con otros miembros de la plataforma a María. Denuncia que “la comunidad gitana es la gran olvidada de los desahucios, de la crisis económica”. Pone un ejemplo concreto: una familia integrada por once personas, a quien le ha fallecido un hijo de cinco años y tienen a otro en camino que “están en una casa que ellos hace 10 años rehabilitaron y hoy han construido un hogar". La casa estaba abandonada, llena de zarzas, pero “ahora el Banco Popular les pone una demanda por delito de usurpación". Pone de relieve el diferente trato que, incluso los miembros de la PAH han recibido por parte del banco cuando tratan de solventar este caso: "Notamos un tufillo cuando vamos a hablar con el banco. Parece que hay algo distinto; claramente, son gitanos".
Durante la rueda de prensa anunciaron que la PAH Vigo Tui pondrá en marcha una canal on-line para denunciar estos y otros casos, ya que su activismo está siendo silenciado en numerosas ocasiones por los medios  convencionales.
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